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La pasada entrega de premios del concurso de vivienda social en Ibiza a la que se alude en otro de nuestro artículos, nos permitió constatar un hecho muy esperanzador, y es que de las cerca de 100 propuestas que había expuestas, mas de 30 ofrecían soluciones muy valorables. La sensación es ambivalente. Por un lado hay mucha gente ahí fuera (muchos jóvenes, por cierto) con muy buenas ideas que ofrecer. Por otro lado, ¿por que se sigue haciendo mala arquitectura cuando hay tanta gente que puede fácilmente resolver eso?¿Como se puede controlar no solo que se cumplan una serie cada vez mas larga de normativas sino que se nos exija mas desde el punto de vista de la calidad espacial, programática, y no solo material?.
Aprovechemos el (relativamente) obligado parón laboral al que parece que nos vemos abocados para reflexionar sobre ello. El caso del Ayuntamiento de Ibiza al plantear un concurso abierto para hacer vivienda de protección oficial es un buen ejemplo, ya que ha permitido que muchos arquitectos propongan cosas de calidad sin las restricciones económicas impuestas por un promotor que solo piensa en los beneficios. Esto es paradójico, porque la vivienda publica se suele hacer con presupuestos bastante draconianos, y esa es la mejor demostración que la calidad no solo va relacionada con el gasto descontrolado de dinero. No nos debería sorprender si en los próximos tiempos, en los que se supone que la construcción privada va a disminuir ostensiblemente, y en cambio se va a construir mucha mas vivienda publica, los calidad de los edificios sea muy superior. Y eso da mucho que pensar sobre el «negocio» de la arquitectura.
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miguel ortel
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