Ya que nos cuesta tanto cambiar, aprovechemos los cambios de milenio para hacerlo.
Todavía estamos en la segunda década de las 100 que tiene éste. Después tendremos 98 décadas más para mantener esas estructuras.
Propuesta 1: Modelo de trabajo
Dejémonos de proteccionismos profesionales. El edificio es uno. La construcción es una. La arquitectura es una. Y no es propiedad de los arquitectos.
Una de las grandes administraciones que hasta hace poco licitaban obra pública estaba a punto de separar los contratos de proyecto de arquitectura y los contratos de instalaciones –la crisis lo evitó-. Motivo: falta de coordinación entre despachos e ingenierías. Objetivo: tener responsables claros. Las empresas constructoras tampoco se escapan. La misma separación para los contratos de obra. ¿60-40 % de proporción en los presupuestos de arquitectura-instalaciones? Después vendría la estructura. Motivos y objetivos, los mismos. ¿35-40-25 %? Que cada uno saque sus conclusiones. Pero nos lo merecemos.
En cuanto a los arquitectos, sigamos con el proteccionismo y desapareceremos.
Como dice un compañero arquitecto, seguiremos teniendo los premios FAD.
La ley de ordenación de la edificación o cualquier otra ley que regule los servicios profesionales tiene un objetivo básico: evitar el intrusismo profesional. Y otro fundamental: proteger al cliente para que reciba el servicio que ha contratado de una persona o empresa cualificada.
En el modelo actual, la separación de contratos consigue el primer objetivo, pero fracasa rotundamente en el segundo.
Con esta multitud de contratos, con garantías independientes y responsabilidad individual, es el cliente el que está desapareciendo.
Contratación única y modelo colaborativo. No sé si nos llamaremos empresas constructoras, ingenierías o despachos de arquitectos. No sé quién ganará la batalla, pero si seguimos como hasta ahora la perderemos todos.
Con un nuevo modelo de trabajo podremos seguir hablando de las otras 3 propuestas para este milenio.